Reportajes

Una educación pública que languidece

Por Edmundo Dante Dolphy / La Verdad

Con un presupuesto arriba de los 2 mil millones de dólares, no es justo que la educación pública en nuestro país, continúe paseándose por América Latina como una de las más deficientes.

La bandera nacional bota lágrimas de vergüenza cuando estudiantes panameños salen a defender la dignidad nacional en pruebas internacionales. Los resultados son catastróficos, sin embargo, el sistema se mantiene incólume, el mismo discurso de una ministra que pregona una educación de excelencia, con escenarios como el siguiente:

Hace años se realizó una prueba internacional de conocimientos, en la que Panamá obtuvo un porcentaje extremadamente bajo de estudiantes de alto desempeño en matemáticas y ciencias, comparada tanto con otros países de la región como con el promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico ( OCDE). En matemáticas, los estudiantes de alto desempeño de Panamá fueron el 0,4% del total, frente al 12,7% de los países OCDE.

Esto a la fecha no ha variado y significa que Panamá debe incrementar 30 veces el número de estudiantes de alto desempeño, si quiere tener una distribución similar a la OCDE. Contar con un número significativo de personas con alto desempeño en matemáticas y ciencias puede alentar un camino de crecimiento en el país, ya que son estos trabajadores del futuro los que son más propensos a activar la innovación y la transformación productiva, sostiene un documento de trabajo sobre las perspectivas de crecimiento de Panamá.

Nuestra ministra de Educación promueve “Mi escuela primero”, educación de excelencia y otros programas que no atinan, que no nos sacan del rezago educativo, al contrario colapsamos en los intentos.

Pero, será posible que insistan en querernos seducir con un agenda preñada de proyectos educativos e inversiones millonarias sin resultados concretos? ¿Con becas que no son más que subsidios que premian la mediocridad?

Lo único cierto es que con presupuestos tan elevados, no debiera existir docentes dictando clases sentados en cubos de pintura y mucho menos, con tablones como escritorio, escuelas rancho, estructuras en abierto peligro de derrumbe con consecuencias fatales –jamás olvidaremos la tragedia en la escuela de Japón- y docentes que imparten conocimiento en áreas de difícil acceso que no reciben el pago de su sacrificio en tiempo.

¿Puede la ministra sustentar su excelencia educativa cuando docentes han tenido que esperar sus pagos hasta por más de 12 quincenas?

Los seguros para educadores

El desprecio a la masa docente se empina al vía crucis que deben enfrentar sus familiares para obtener los beneficios del seguro colectivo de vida, sea por fallecimiento o accidente. Tras que las aseguradoras apelan a cualquier tecnicismo para no honrar el pago, se observa a un ministerio de Educación que no muestra interés por acelerar este beneficio, máxime que es la entidad que lo contrata.

Podemos hablar de excelencia educativa y de respeto a los docentes, si no existe preocupación, incluso en su lecho de muerte y ni hablar de sus deudos?

¡Educación sin humanismo, es lo que caracteriza a esta gestión!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *