Nuevos magistrados no garantizan la “muerte” de la venta de fallos
Edmundo Dante Dolphy / La Verdad Panamá
La designación de los nuevos magistrados de la Corte Suprema de Justicia ha acaparado los titulares de los medios de comunicación social y está en la mira de la clase política, una de las más interesadas en conocer si la decisión de Laurentino Cortizo camina en la dirección de una correcta administración de justicia o se ajusta a las necesidades e intereses de los sectores poderosos del país que manejan cual arlequín un sistema colapsado, agotado y preñado de corrupción.
La podredumbre del sistema judicial no radica únicamente en la cabeza, hay un cuerpo entero de magistrados, jueces y fiscales en completo estado de descomposición, que anteponen los intereses personales por encima del compromiso profundo de administrar justicia en nombre de la ley y la Constitución Nacional.
La ausencia de brazos correctivos, de hombres de ley revestidos de lo más caros principios éticos y morales al momento cumbre de administrar justicia siguen haciendo muy vulnerable el sistema que ante la faz del país, se le observa como un bazar en el que la oferta y demanda por un fallo o resolución es una de sus principales características.
El virus de la corrupción se esparció desde hace muchos años en este órgano del Estado que solemnemente debiera representar la columna más sólida de un sistema democrático, oxigenándolo de transparencia, seguridad jurídica y de una cultura de legalidad que ayude a la construcción de una nación con valores, respeto y equidad.
Los escándalos por la venta de fallos y absoluciones que, desde el punto de vista jurídico no resisten el más mínimo análisis, son de vieja data y uno de los ejemplos más emblemáticos fue la creación del Pacto de Estado por la Justicia que precisamente emergió por la confesión de un magistrado que reconocía que en el interior del edificio Gil Ponce, la corrupción le asestaba una puñalada artera a la sagrada misión de administrar justicia fundamentados en los códigos, leyes y Constitución Política pues, la negociación de fallos formaba parte de la “institucionalidad”.
Un Sistema Penal Acusatorio integrado por jueces divorciados del dogma jurídico, sin la trayectoria ni solvencia moral para administrar justicia y cuyos nombramientos fueron altamente sospechosos.
La confabulación y el sometimiento a quienes detentan el poder de corporaciones con mucha influencia se mantendrá incólume hasta el momento en el que se presenten al escenario ciudadanos dispuestos a convertirse en agentes de cambio, valientes y, sobretodo, temerosos de Dios; pienso que debe haberlos en este augusto país que apuesta por la moralidad y no por la trampa.
La decisión de Nito Cortizo no será buena ni mala, ello dependerá de los valores y principios que le inculcaron a cada uno de los designados, de su compromiso con Panamá, de su fortaleza y blindaje para repeler propuestas encaminadas a torcer fallos a cambio de transferencias bancarias o maletines de cuero fino de contenido irresistible.
Esta cita de Petronio es importante analizarla: “La justicia no es más que una mercancía pública, y el caballero que preside el tribunal ratifica las transacciones”.