Expresiones

Una  institucionalidad  totalmente  desenfocada

Por  Edmundo Dante Dolphy

Son constantes los  llamados a la  institucionalidad de  la boca de  diversos sectores  sociales  del país, de  células del  poder económico que  buscan  cogobernar  o  sencillamente  escalar al “Olimpo” con el  eterno  argumento  de la  corrupción  que hace metástasis  en  los tres  órganos del  Estado.

Para  algunos   la  institucionalidad se caracteriza  por el balance    entre  el Ejecutivo,  el Judicial y  el Legislativo,  de que se  respete el imperio de la Ley  dentro de  un  estado  de derecho -nada más  alejado de la realidad  en  nuestros  días-  donde  observamos  la aplicación de leyes  para dos bandos, los que  pertenecen  al partido de  gobierno   con patente de corso  para  actuar  por encima  de cualquier normativa y los descamisados o ciudadanos que  viven en un estado  de emergencia que los despojó de  todos  sus derechos.

No  podemos  mirar  la institucionalidad  como un  ente  amorfo o frío,  alejado del  núcleo  más  importante  de la sociedad  que es la familia, en mi concepto, la mejor  organización  que existe  en  el mundo. ¿Porqué la familia?  Porque  de ella  emana la unidad, el fortalecimiento de  los  valores morales  cuya  ausencia  en la  arena  política es precisamente  la que desangra  la nación, la que  abusa  del  pobre, la  que somete  al indígena,  la que promete  mejorar  la calidad de vida de los más vulnerables   que en números se calcula en  750 mil panameños  que  viven en  pobreza  multidimensional, hoy con cifras mucho más alarmantes  por  esta  pandemia maldita.

Los  subsidios  permanentes  y  sin  fiscalización  de  sus resultados  como  agente  de cambio, jamás  expulsará  de la pobreza al hombre, al contrario,   lo acostumbra  al menor esfuerzo y no lo  estimula  a  explorar los caminos  de la  transformación.

Años  tras  años  el ciudadano  lee y escucha  hablar  del  Presupuesto General del Estado  por el orden de los  24 mil millones de dólares anuales, cifras  que se manejan  desde  el gobierno de  Juan  Carlos  Varela. Señores, en cada  quinquenio  los  gobiernos  administran alrededor de  120 mil  millones de  dólares. Mi pregunta  es: ¿Dónde  está  esa fortuna? Cuánto  de ese  dinero  se destina  a la justicia social, a la elaboración de  políticas públicas  concretas  dirigidas  a  mejorar  sustancialmente  la educación? Y cuánto de esos recursos se deslizan  por las oscuras  cañerías  de la corrupción que le  quita  oportunidades  a miles  de   personas.

La institucionalidad  significa custodiar  con celo  los recursos nacionales  y  caerle  con  toneladas  de justicia a  los  servidores  públicos  que  se enriquecen  del erario, que aprovechan el poder para obtener lo que  con sus propios  recursos no lograron, dejando abajo a niños, jóvenes y  adultos mayores  con  los estómagos vacíos   sin la  esperanza  de un  mejor  mañana.

 

 

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