Expresiones

La bomba atómica y la Covid-19, el mismo daño a la humanidad

Por Roberto Rolando RODRÍGUEZ

Si hay un pueblo al que admiro, por sufrir un desastre y salir de lo peor, es el pueblo japonés, después de su rendición en septiembre de 1945.

Antes, de corte imperial expansionista extendió su poder por el océano pacífico y el océano Indico. Su desarrollo industrial viene con la restauración Meiji en 1868, época del afianzamiento como potencia mundial. Dos mortales artefactos atómicos, le fueron arrojadas en agosto de 1945, sobre Hiroshima y Nagasaki.

Cientos de miles de miles de seres humanos murieron, en su totalidad civiles inocentes, las infraestructuras residenciales y edificaciones desaparecieron, la onda expansiva alcanzó cientos de kilómetros, la economía quedó al cero, la inversión se perdió, el imperio capituló al dominio militar norteamericano y el hambre se sintió como jamás se previó.

Un panorama desolador en todos los aspectos. La cultura japonesa de pueblo históricamente guerrero militarista colonial, pasó, esta vez, a guerreros de la reconstrucción, tras la destrucción.

Su unidad nacional, fue su objetivo para la reconstrucción con crecimiento social y económico para el bienestar de todos.

La entereza de la unidad de sus jerarcas imperiales, de su pueblo, de los empresarios, de los inversionistas, apostaron salir adelante de aquella aventura científica atómica de exterminio del proyecto Manhattan.

Un año después, dieron el paso e iniciaron lograr reconstruir su crecimiento económico, recuperar su industrialización y desarrollar tecnologías con un cambio de actitud humana.

COVID-19, no es una bomba atómica, pero si ha desarrollado un poder letal peor para vidas humanas y un impacto destructivo a la economía mundial.

Expertos estiman que incidirá en casi el equivalente a 10 años de retroceso, debido a su poder infeccioso, específicamente en lo social y las políticas y estrategia para el desarrollo.

Desde el inicio cuando se tomaron medidas sanitarias por la presencia en el mundo del virus SARS 2 o la COVID-19, los efectos desajustaron las actividades practicadas por la humanidad.

No hay sector alguno que coseche éxitos en más 18 meses de pandemia.

El desplome aísla y parece que no nos damos cuenta. Panamá, no es diferente a la realidad que sucede en Europa, Asia, África y las Américas. El látigo del virus y sus efectos, no debe doblegar ante la cara de la pandemia, que ha sacado a flote lo bueno y lo malo de los humanos. Las desigualdades se mantienen y la dicotomía en la globalización y los nacionalismos se transforman en un garabato.

Las inconformidades imponen un poder contrario que no permite el sentido común entre humanos, y en vez de la unidad nacional cada cual lucha por su lado, sin advertir los impactos sociales, económicos y de salud.

Eso si, se escucha insistente a sectores advertir están a la quiebra, con una nube gris que acabará la participación empresarial y morirán también de hambre.

La pandemia sugiere unidad y menos intervención política con ganancias en rio revuelto, La falacia no cabe y el paraguas de la COVID da más calor y sofoco permitiendo al virus quedarse. Los japoneses no vieron los muertos para ponerse a llorar sino mirar con corazón y levantarse porque hasta “las cenizas se quemaron”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *