Hotel El Panamá: Un legítimo Oropel
Edmundo Dante Dolphy
La industria hotelera en Panamá ha dejado huellas indelebles de franquicias y marcas que a través de los años, nos enriquecen con impresiones extraordinarias de miles de turistas que ven en nuestro augusto territorio, una oportunidad para hacer turismo y ser bien atendidos.
Uno de estos íconos por décadas, lo fue el Hotel El Panamá, timbre de orgullo nacional, por la elevada calidad de sus servicios y de la palabra mágica que te eleva o te destruye, la atención al cliente.
Hoy, este hotel, testigo y vecino de históricas luchas políticas, sociales e igualmente amable anfitrión de los mejores carnavales de antaño, se derrumba quizás producto de una implosión que arrasó con esa imagen impecable de servicios.
La última Cena de Año Nuevo
El 31 de diciembre un grupo de tres personas, decidió pasar el Año Nuevo en el Hotel El Panamá, pensando iniciar con buen pie el 2016, y que mejor que con unas buenas copas de champaña, gracias a que, según la oferta, la cena tenía un costo de 70 dólares, con Open Bar que incluía una orquesta en vivo. ¡Sonaba bien!
La sorpresa nos asaltó cuando a eso de las 10:20 de la noche, el novio, la novia y la suegra del novio se acercan al salón Bella Vista para solicitar su mesa, que estaba ubicada en un segundo piso, al lado de una escalera de caracol pero con un juego de luces que les pegaba en la cara de manera inmisericorde. Ya la noche no pintaba bien, se le comenta a la encargada el inconveniente y en cuestión de minutos los reubica, improvisando dos mesas redondas, inmensamente incómodas en la planta baja del salón y les agrega que ya estaban reponiendo la comida del buffet, por lo que podrían pasar en unos minutos.
No existe el Open Bar
Al momento de pedir la primera copa de champaña o, el primer trago para arrancar los motores, la salonera les responde: Disculpe, pero no es Open Bar, tienen derecho a una soda o una copa de vino y a las 12 de la noche, una sola copa de champaña. Horrible! Una publicidad engañosa nada aceptable de un hotel con estas características.
Las personas se miran unas a otras, asombradas y les responden a la señora mesera que irían al buffet y luego decidían. Esto nunca ocurrió porque el verdadero desastre estaba precisamente en el salón de al lado, donde se apreciaba la comida de Año Nuevo.
Buffet barato, descuidado y poco limpio
Al llegar a las dos estaciones de comida, la impresión negativa de los comensales fue general: Residuos de comida en las mesas de vidrio del buffet, cucharones dentro de las bandejas , las tapas de las bandejas tiradas a un lado, la comida fría, sin presentación, sin habladores (las personas no tenían idea de lo que colocaban en sus platos). No reponían las bandejas vacías que se mezclaban con las que aún contenían alimentos. En palabra del panameño; todo cochino.
Un menú pobre que jamás justificaba los 70 dólares porque ni la clásica piña con langostinos pudieron degustar.
El enojo subió de tono, al punto que varios ejecutivos y encargados del salón intervinieron, no sin antes, observar cómo en medio de todos las personas, uno de los jefecitos le gritaba a los empleados: Muévanse, porque está la comida sin calentadores, dónde está el ceviche, dónde está esto y lo otro…
Triste Final
La decisión final fue la de devolverle el dinero a las tres personas que sí se atrevieron a reclamar por un servicio que jamás recibieron. Pero, adivinen: Novia, novio y suegra, recibieron el Año Nuevo 2016 dentro del vehículo con rumbo desconocido…
El servicio al cliente de este hotel, que antes era tan exquisito como la espuma de una gran champaña, hoy quedó esparcida como espuma de cerveza barata.
Esta es la realidad del Hotel El Panamá.