Reportajes

Estimulación Temprana esencial para fortalecer las habilidades del niño con discapacidad

Para el Instituto Panameño de Habilitación Especial (IPHE) es esencial reconocer la importancia de la Estimulación Temprana en niños con alteraciones en el neurodesarrollo y discapacidad. Con la estimulación se procura un desarrollo y crecimiento adecuado de los procesos de maduración y aprendizaje.

Es por ello que es importante estimular tempranamente, ya que la plasticidad cerebral permite potenciar todas las áreas del desarrollo (cognitivo, lingüístico,

motor y social). Nuestro cerebro requiere información que le ayude a desarrollarse y esto va a depender de la cantidad, y calidad de estímulos que reciba del medio ambiente que lo rodea.

Se recomienda observar los signos de alerta en la conducta que podrían indicar que hay una o más áreas deficitarias en el desarrollo del niño. Algunas de estas conductas a las que se les deben poner atención las pasamos a detallar así:

A los 2 meses

Presenta un llanto raro (por ejemplo, un llanto muy agudo y corto); un llanto

excesivo e irritabilidad persistente; no responde a los ruidos fuertes.

Cuatro Meses

No les sonríe a las personas que tiene delante; no mantiene firme la cabeza cuando lo sientan; no realiza murmullos o gorjeos; no se lleva las cosas a la boca.

Seis meses

No trata de agarrar cosas que están a su alcance; no se da la vuelta cuando lo

llaman suavemente; no reacciona ante los sonidos de su alrededor y no se ríe; no produce sonidos vocales (“a”, “e”, “o”) ni balbucea

Nueve meses

No se sostiene en las piernas con apoyo; no se sienta solo; deja de balbucear (un niño con discapacidad auditiva puede balbucear a la misma edad que cualquier niño) sin embargo, al no oírse, pierde el interés en el juego vocal y deja de hacerlo.

Un año de edad

No gatea; no puede permanecer de pie con ayuda; no busca objetos que ha visto esconder; no dice palabras sencillas como “mamá” o “papá”.

A los 18 meses

No camina solo; no sabe para qué sirven las cosas familiares; no señala cosas para mostrárselas a otras personas; utiliza gestos en lugar de palabras.

A los 18 meses

No camina solo; no sabe para qué sirven las cosas familiares; no señala cosas

para mostrárselas a otras personas; utiliza gestos en lugar de palabras para

comunicarse; no comprende órdenes sencillas.

Dos años de edad

No extraña, ni imita gestos; presenta un número inusual de berrinches por

frustración; posee un vocabulario expresivo inferior a 10 palabras y no imita

acciones o palabras; no se aprecian combinaciones de al menos 2 palabras.

Tres años de edad

No realiza acciones propias de juguetes sencillos, (tableros de piezas para

encajar, rompecabezas sencillos, girar una manija); posee un vocabulario

expresivo inferior a 100 palabras; babea o no se le entiende cuando habla.

Cuatro años de edad

No puede saltar en el mismo sitio; tiene dificultades para hacer garabatos; ignora a otros niños o no responde a las personas que no son de la familia; no controla esfínteres al menos una vez por semana.

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