Corrupción en estamentos de seguridad debilita el combate contra la criminalidad
Los estamentos de seguridad se han visto vulnerados por una plaga de corrupción interna pues, las historias de narcotráfico y tráfico de armas en las que se ven involucrados miembros de todos los rangos son más comunes de lo que uno quisiera, expresó a La Verdad Panamá Isaac Brawerman, Presidente de la Asociación Panameña de Propietarios de Armas (APP).
No hay duda de que durante los últimos cinco o seis años, la delincuencia patria se ha empoderado, en parte por el descuido o negligencia de los organismos de seguridad estatales. Señala que se tiene información de que existen células de cárteles colombianos, centroamericanos y mexicanos en nuestro país.
Si Panamá está en capacidad de evitar que los episodios de violencia que se presentan en México nos toquen, Brawerman afirmó que el país no está en capacidad de evitar los episodios de violencia entre organizaciones criminales, tal cual lo confirmó el comisionado Alexis Muñoz, Subdirector de la Policía Nacional, hace dos meses, cuando reveló que, a pesar de tener reportes de inteligencia que la vida de un individuo corría peligro, lo más que hicieron fue recomendarle que se reubicara. El individuo fue asesinado a los pocos días. Y lo anterior no se compara ni remotamente con la violencia que se vive en México, Honduras y El Salvador, donde los cárteles y pandillas protagonizan masacres y atentados con frecuencia.
Uno de los aspectos que preocupa a la población es el control de armas por parte de las pandillas y el desafío a los estamentos de seguridad. En este sentido manifestó que controlar el acceso u obtención de armas ilegales por parte de las organizaciones criminales es tan difícil como impedir el tráfico de la droga, pues una va acompañada de la otra.
Durante el gobierno pasado hubo una política errada de que una ley administrativa de desarme (de víctimas) reduciría la capacidad armamentista de las pandillas; sin embargo, hoy nos hemos dado cuenta de la grave equivocación pues ahora aquellas están mejor armadas mientras sus víctimas completamente indefensas, sentenció.
“El hecho de que la víctima tenga un arma legal para su legítima defensa no es un deber sino una decisión muy personal pues todo depende del tipo de riesgo que la persona enfrenta, que puede ir desde robos comunes hasta extorsión, secuestro y homicidio”.
Es importante recalcar que el mero hecho de adquirir un arma no es la solución a todo mal, pues, para que dicha herramienta sea efectiva, la persona debe invertir tiempo y dinero en capacitarse en su correcto y eficaz uso, advirtió el representante de la Asociación Panameña de Propietarios de Armas.
Existe temor en la ciudadanía que con la apertura de los demás bloques económicos se dé un incremento de la actividad criminal. Según Brawerman, con el cierre de las actividades comerciales se vio un peligroso aumento en los homicidios y otros delitos. No es de sorprenderse que, ante la gravísima situación de desempleo y parálisis económica que enfrenta la población, se eleven las incidencias de seguridad.
Es así que ahora, más que nunca, se resalta la importancia de garantizar el derecho a la legítima defensa y se refleja ahora las consecuencias de haber impedido el acceso a herramientas de defensa durante largos años, tal cual sucedió en México y Brasil, por ejemplo, puntualizó.